En un nuevo viaje...

Son las 10:52 a.m, y me encuentro en mi trabajo. He decidido comezar este viaje íntimo. Quiero explorar cada parte de mi, cada sensación, cada emoción, cada sentimiento.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Armando el rompecabezas...

Hace ya unos meses atrás, decidí juntar todas las piezas del "Rompecabezas de mi vida".

Confieso que no fue nada fácil decidirme a dar el paso. Solo tenía dos opciones...o avanzaba o me estancaba. Pero como en todas las decisiones importantes de mi vida, busco a Dios para que me guíe, lo hice una vez más.

Recostada en mi cama y con mi fiel compañera, mi laptop...incliné mi cabeza para buscar a Dios en oración. Recuerdo que fue una oración algo agitada, corta y muy silenciosa. Pero también recuerdo que venía desde lo más profundo de mi corazón. "Dios: Ayúdame a encontrar a la persona que puede ayudarme, tu conoces mi situación, necesito que sea accesible, flexible, pero sobre todo útil".

De pronto, encendí mi computadora, abri el explorer, escribí en el buscador la palabra clave -psicólogos-; y me dio acceso a una lista con información sobre ellos. Ingresé a la página, navegé no por más de 3 minutos, elegí 3 nombres de la lista y les escribí. Ahora el balón estaba en la cancha de Dios. Era su turno de actuar y el mio de esperar. Al día siguiente, recibí la contestación a mi oración. Dios me había escuchado, el estaba dirigiendo mis pasos.

Gracias a Dios, contacté a Jessica, una psicóloga muy jóven, pero con talento, capacidad y sobre todo muy profesional. Acordé con ella verla en su consultorio el día Jueves a las 6:30 pm. Como ya he escrito en otras ocasiones, me gustan mucho los jueves, y muchas cosas importantes para mi  han sucedido en jueves.

No hay fecha que no llegue ni plazo que no se cumpla. Llegado el jueves, a como iban transcurriendo las horas yo alberga en mi ser muchas emociones. El reloj marcó las 6 en punto y salí de mi trabajo. Tomé taxi, indiqué la dirección y me llevó al lugar pactado. Al estar parada frente al consultorio y antes de tocar la puerta, conversé con Dios unos instantes.

Al abrirse la puerta, me recibió Jessica con una sonrisa para mi sorpresa. Ella, a quién le contaría cosas que nadie más sabría, cosas que quizá yo creía estaban olvidadas. Jessica, quién se convertiría en mi terapeuta y con el pasar del tiempo en alguien invaluable para mi. Amablemente me invitó a tomar asiento. Y después de la presentación personal por ambas partes, me explicó en que consistiría la terapia. Dejó en claro desde un principio que no sería la terapia del "Divan" en la que te acuestas y solo te dedicas a hablar, hablar y hablar. Cosa que me desconcertó un poco, ya que tenía la idea que eso es lo que hacían los "psicólogos". Que perdida estaba...en realidad no sabía nada sobre ellos. Miré a mi alrededor y efectivamente me percaté no había ningún sillón como el que aparecían en las películas. Especificó puntualmente que la terapia que iba a comenzar si decidía hacerlo se llama Psico-Conductual, y citó a Freud -la meta de la terapia era hacer consciente lo inconsciente-.

Las primeras dos sesiones fueron muy fuertes, fue establecer y delimitar el "problema". Conocer la razón o razones que me habían llevado a buscar ayuda. Al salir del consultorio es como si me hubieran volteado de cabeza y todavía agitarme para dejar salir toda la carga. Me sentía bien. Pero no fue hasta el sábado que empecé asimilar todo. De pronto a oscuras, en la intimidad conmigo misma, y abrazando mi almohada. Comencé a llorar. Ahora sí, a vaciar el alma. Fue tan sorprendente como después de haberme sentido bien....empecé a llorar, con una fuerza, consistencia que nunca, con una fragilidad de bebé. No recuerdo haber llorado así desde hacía mucho cuando era pequeña. En realidad...yo no lloraba. Y ahora...me encontraba sollozando.

A la cuarta sesión...yo ya me encontraba "muy bien". Es más...ya no quería ni regresar. Me decía a mí misma. Estoy bien, me siento bien, no lo necesito. Solo estoy desviando recursos de todo tipo (tiempo, dinero, esfuerzo, dedicación) y creo que estoy bien. Sin embargo, mi impulso de seguir adelante. Si me había puesto en manos de mi terapeuta, ella sería quién tendría que indicarme cuando el tratamiento estuviera terminado. Y así lo hice...seguí asistiendo.

A la séxta y séptima sesión...un sentimiento de desorientación me llegó muy fuerte. Recuerdo que salí confundida del consultorio. Es más...juraría que hasta tomar el taxi me costó trabajo. Darme cuenta del por que yo vivía en esos círculos, solo girando y girando dentro de ellos. Por que me comportaba de tal manera en determinadas ocasiones o situaciones. Todo cayó tan de golpe, que ni me di cuenta. Solo sentía mareo, dolor de cabeza.  Me sentí como si estuviera en medio de un mar abierto, y que con una carga extremadamente pesada que cada vez me hundía más o peor aún, que me alejaba de tierra firme. Ni si quiera la veía, solo veía agua a mi alrededor. Esa noche, de la séptima sesión, un amigo se interesó por mi, al notarme verdaderamente desorientada. Intentó ayudarme hablando y hablando, dándome consejos y compartiéndome sus experiencias. Pero...aunque yo lo intenté escuchar en esos momentos solo necesitaba un abrazo.

Hoy,....ya no recuerdo cuantas sesiones llevo, hoy ya todo es diferente. La calma ha llegado a mi vida. Las piezas las he ido juntando poco a poco. Nada de todo esto ha sido fácil. Ni si quiera tomar la decisión. Todo ha llevado implícito un esfuerzo, un desgaste físico, emocional, financiero. Todo absolutamente todo ha valido la pena. Y con eso es lo que me quedo. He agradecido incontables veces a Jessica, ya que por medio de su paciencia, su apoyo, su terapia, me ha sabido guiar para encontrar las respuestas que tanto buscaba.

El jueves pasado 11 de Agosto, me dio la noticia y agradable sorpresa de que ya estoy en la etapa de recuperación, en la etapa final de este largo viaje que emprendí a mi interior como titulé el primero post de este blog. La noticia era que faltaban dos sesiones más pero ahora cada 15 días y 1 más dentro de 1 mes y me daba de alta.

Lo que resta, lo tendré que hacer sola, por mi cuenta, por mi bien. Trabajar en terminar de acomodar las piezas restantes. No significa que no tendré más problemas, sino que los obstáculos que vengan, hoy los sabré enfrentar de la mejor manera. Emplear y praticar las técnicas aprendidas durante terapia, esa será la clave y eso enmarcará el éxito de la terapia. Todo a su tiempo y todo a su hora.

Hoy la tormenta ha pasado y la paz ha llegado.


Sinceramente Luckysita




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